Capitulo dos: MIG Hunter´s - Parte dos.
Recuerdo a mi madre curándole los arañazos y las mordidas a Claudia, mientras tanto gruñía todos los castigos que le venían a la mente, Oscar y yo solo asentíamos con la cabeza, sabíamos que era como estar ante un tigre furioso: el menor ruido o movimiento podría desatar su furia y entonces el castigo seria mucho peor.
Años más tarde, no había cambiado mucho, tenía una familia, dos pequeños de 6 y 4 años respectivamente, pero seguía siendo el mismo niño soñador de siempre, eso fue lo que lo trajo hasta aquí.
Una tarde, estábamos comiendo tranquilamente cuando vio la hora y salió corriendo de la casa, Ana me comentó que ese día tenía una presentación en un lugar cercano, al parecer solo se necesitaba que la música fuera en su idioma, para que a los “weros” les gustara la salsa y esos ritmos latinos que tanto criticaban.
– Oscar me comento una vez, que esos eventos de weros terminan en algo muy parecido a un baile popular de tu país, han aprendido a bailar y lo disfrutan muchísimo–
– Por supuesto no te ha invitado por que tu aún no puedes salir de aquí, te arrestarían en la primera calle del siguiente poblado –
– Por cierto aun no me has contado mucho sobre ti –
–No hay demasiado que contar–
–Anda dime, hasta ahora solo sé que vivías en la ciudad de México, pero ni siquiera se tu edad-
–Mmm tengo 21-
– ¡Qué casualidad! Yo también–
– Dime, ¿Porque no quieres hablarme de tu pasado?–
Un golpe en la puerta interrumpió la ya incomoda platica, era la madre de Ana.
–Tenemos un problema, hubo una pelea en la tocada de Oscar y ha salido arrestado, si descubren que sus papeles son falsos estará en graves aprietos–
Ana sonrió nerviosamente y me pidió que permaneciera en ese lugar, era demasiado peligroso que saliera de la estación, aún era muy pronto. Sonrió de nuevo y prometió regresar con mi hermano a salvo, esa fue la última vez que la vi, al menos por un buen tiempo.
Esa noche no pude dormir, me sudaban las manos, tenía una incómoda sensación en el estómago, la incertidumbre era mi peor enemigo. Luego de varias horas, por fin pude conciliar el sueño, pero no debí hacerlo, el sueño fue peor que la realidad: estaba detrás de una reja metálica en un lugar muy húmedo y obscuro, no era la cárcel, me asegure al oír unos gritos de dolor que venían de lo lejos, además de eso había absoluto silencio, el eco de las paredes hacían los gritos de dolor todavía más aterradores. Unas risas sonaron inmediatamente después del grito más desgarrador que había escuchado en mi vida, al asomarme por entre las rejas logre averiguar de dónde venía tan infernal sonido. Un tipo estaba esposado a una vieja tubería oxidada, sus ropas desgarradas y sucias sólo cubrían parte de las piernas del individuo, una camiseta harapienta colgaba de su cuello. ¡El hombre estaba siendo torturado¡
Unos tipos reían a carcajadas mientras uno de ellos colocaba un cable con electricidad en el tubo al que estaba esposado el pobre hombre, dejaba que se sacudiera un momento y luego lo dejaba para que otro de ellos le vaciara encima un balde con agua para que el efecto de la electricidad fuera más eficiente.
Los tipos llevaban una especie de uniforme: Pantalón vaquero con botas, una camisa negra y un sombrero texano, todos ellos tenían una estrella con el símbolo de un perro Bulldog en el centro de la estrella. – ¡Son policías! –, pensé, pero dudé un momento después, no era ese el uniforme de un policía, nunca había visto un policía americano pero esas prendas no parecían de un policía, esa vestimenta la había visto antes, lo sabía pero no estaba seguro.
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