Caminamos un rato
mientras me contaba que, a pesar de estar lejos de su esposa e hijos, los podía
ver seguido, tenía acceso a una Laptop con internet y hacia video llamadas
todos los días por la noche a su esposa desde hace un par de meses.
Regresamos de
nuevo a la casa de huéspedes.
– Muy bien, ella
es Ana, te quedaras con ella estos días, lo lamento pero no te puedes quedar
con migo, no hay más espacio ahí, he hablado con el Sr. Smith, pero se negó,
dice que no podemos tener a nadie más ahí porque lo descubrirían las
autoridades –
– Me voy Alan, es
hora de ir a trabajar –
– Se buena con el
Ana, te pagare el fin de semana –
Después de ver
como salía la única persona conocida en ese lugar se sentía una extraña
inseguridad, pero Ana termino rápidamente con ella.
– Muy bien chico, mira supongo que ya te habrá
dicho tu hermano algunas cosas así que vamos a tu habitación –
– Te quedaras
aquí, no hagas mucho ruido porque mi madre es algo paranoica, yo vendré todas
las mañanas después del desayuno para ayudarte con tu inglés, deberás aprender
muy rápido si quieres pasar desapercibido
entre la gente, mañana después de estudiar un rato te llevare a comprar
algo de ropa local, con esas fachas te notas más que policía de crucero con
chaleco fosforescente –
– Por el momento
descansa y nos vemos mañana –
Había pasado ya
el primer día y aún no había visto una sola bandera de barras y estrellas, ni
un solo “wero” como les decían todos en la estación, en fin creo que de eso se
trataba la estación, un lugar seguro antes de salir a las calles americanas a
luchar por sobrevivir.
La mañana
siguiente Ana fue a despertarme, me presento a su “familia” y me dijo lo mismo
que Oscar:
– A pesar de que
nadie aquí excepto mi madre es mi hermano, primo, tía, etc, todos son mi
familia –
– Es la única
forma de sobrevivir, cuidándonos unos a otros como una familia –
La madre de Ana,
Esperanza, era demasiado seria, callada, no entono una sola palabra en la mesa,
solo pronuncio un – mucho gusto,
bienvenido –
Al terminar de
comer, Esperanza me ha pedido que me quede un momento y le pide a Ana que salga
de la casa a traer unas cosas del súper.
– Muy bien
muchacho seré breve, ¿Qué haces aquí?, ¿Qué pretendes?, ¿Qué te hizo cruzar el
desierto? –
– Bueno, yo vengo
de la Cd. De México, mi nombre es Alan y vengo aquí porque ya no me queda nada
allá, solo mi madre, pero ya viene en camino –
– Ok eso ayuda,
¿Sabes? Aquí solo se pueden hacer dos cosas: Trabajar o Vivir, ¿A cuál de las
dos vienes?
– Hahaha ¿solo
una de esas dos cosas?, pues yo vengo a las dos –
– Lo siento
muchacho pero aquí no se pueden hacer las dos cosas, o trabajas como esclavo, o
vives como persona, si quieres vivir como persona no podrás hacer otra cosa que
cubrir tus necesidades, jamás podrás ahorrar dinero o mandar unos cuantos
dólares a México. –
– No importa ya
no tengo a nadie que me preocupe en esa país, ya no –
– Ok no necesito
saber tu vida pasada, solo necesito decirte que aquí, empiezas de cero,
conseguirás un trabajo humilde y con suerte y dedicación, mejoraras poco a
poco, eso depende de tu habilidad para mezclarte con la sociedad local, que
créeme, es un asco –
– Otra cosa, no
dependas de Oscar, él te apoyara en todo lo que pueda, pero gastara todos sus
recursos en mantenerte bien, así que será mejor que no aceptes todo lo que te
ofrezca, él es buena persona pero no sabe limitarse, hace gastos innecesarios y
sufre las consecuencias, así que te aconsejo que sobrevivas tu solo –
Por la noche
llegó Oscar para salgamos a dar un paseo por el resto de “la estación”, gracias
a su nuevo empleo le sobraban unas horas al día para despejarse, así que formo
un grupo de música tropical como siempre había querido, solo que, a diferencia de
lo que yo había visto en México sin mucho interés, sus cancones estaban en inglés.
Nunca me ha
gustado ese tipo de música, pero al estar en ese lugar extraño, cualquier cosa
característica de tu país te pone nostálgico.
Al tercer día en
la estación, Ana me ha llevado el desayuno a mi habitación para ahorrar tiempo
y seguir practicando mi inglés, curiosamente en esos tres días solo había
escuchado ese idioma de mi hermano y de Ana, la mayoría ahí hablaba español,
había unas cuantas casitas al fondo donde hablaban portugués, y en el lado sur
había una “familia” de Turcos que hablaban un dialecto extraño que ni siquiera
era el turco tradicional. Ana se convirtió rápidamente en mi sombra, o más bien,
yo me convertí en la suya.
Pasados ya 7 días
de mi llegada había tenido un avance muy bueno, pero es muy cierto que no
puedes aprender un idioma en unos pocos días, ni siquiera con lo poco que ya
sabía desde México.
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